miércoles, 8 de octubre de 2014

Volando recordé mi primer amor.

Vuelo AR 1132. Buenos Aires-Madrid.

En doce horas de vuelo se pueden recordar muchas cosas, sobre todo cuando se duerme mal. No sé, si fue porque la señora a mi lado se levantaba cada 15 minutos o porque en el asiento de atrás había una vieja que roncaba como un oso... La cuestión es que no lograba dormir profundamente.

En ese entre tiempo del sueño y la vigilia, recordé la primera vez que me enamoré. Si, yo tendría más o menos ... cuatro años, un flequillo y dos trenzas. Me recuerdo con un vestido blanco con cuello de puntillas.  Él se llamaba Luis y tenía unos tres o cuatro años más que yo y era mi héroe. Me acuerdo de sus pecas....de su nombre. Pero, no recuerdo el color de sus ojos, ni su nariz, ni la forma de su cara, ni su pelo...

Durante mis primeros años de vida, los veranos transcurrieron en la casa de mis abuelos en Pinamar. Luis era mi vecino: su casa estaba enfrente: era de ladrillos con techo de tejas y estaba sobre una loma tapizada de pasto (para mi era un castillo que estaba sobre una montaña verde). Jugábamos en ese jardín, pero no recuerdo a qué. Me veo inmóvil mirándolo sin poder disimular nada, rendida ante sus pecas ... era mi príncipe azul.

Mientras... el avión cruza el océano atlántico (cambia el huso horario, son las 5 am y empieza a amanecer) recordé esa primer sensación de sentirme enamorada: única e irrepetible, como toda primera vez.



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